martes, 11 de marzo de 2014

Habilitación del Cinerario Parroquial

FSCN2175El sábado 2 de noviembre en horas de la mañana, Mons. Jorge Lozano bendijo el Cinerario de la Basílica Inmaculada Concepción de Concepción del Uruguay.
El mismo fue construido durante la puesta en valor del templo,y es un espacio destinado a  depositar las cenizas de los difuntos que han sido cremados.
Ese espacio físico se llama cinerario y retomaría la antigua tradición de sepultar a los difuntos en las inmediaciones del templo parroquial. De este modo la Iglesia que, como Madre, ha llevado sacramentalmente en su seno al cristiano durante su peregrinación terrena, lo acompaña al término de su caminar para entregarlo en las manos del Padre y le ofrece su casa para el descanso.
El cinerario tiene por finalidad solucionar el problema de la disposición final de las cenizas de los fieles difuntos en un lugar apropiado y decoroso, en tierra bendita. Los restos de los difuntos que fueron cremados y reducidos a cenizas, pueden encontrar su descanso definitivo en este cinerario, dentro del ámbito de la parroquia.
En nuestra diócesis ya funcionan cinerarios en otras parroquias como la iglesia San Antonio de Gualeguay, Sagrado Corazón de Urdinarrain, Padre Pío de Pehuajó Sud en el departamento Gualeguaychú y la parroquia Ntra. Sra. de Lourdes de esa ciudad.
En horas de la tarde, se realizó la primera colocación de cenizas, con una breve ceremonia religiosa a cargo del Padre Almeida, con lo que se dio inicio a algo que seguramente con el tiempo será una costumbre de muchos uruguayenses.

lunes, 10 de marzo de 2014

Habilitación del Templo de la Inmaculada Concepción


En junio del año próximo pasado, en una regocijante ceremonia, se reabrieron las puertas del Templo basílica de la Inmaculada  Concepción. Mons. Jorge Lozano, junto los sacerdotes de la casa, Pbros. Jorge Almeida y Mariano Maio y acompañados por los párrocos eméritos, Pbros. Victor Bonin y Alcides Rougier y otros sacerdotes invitados, celebraron la misa, con la cual el templo quedaba nuevamente habilitado para las celebraciones comunitarias y la oración particular.


Fue una noche de jubilo, en la cual la imagen patrona de la Purísima Concepción, regreso al templo desde la comunidad de religiosas del Colegio Sagrado Corazón, lugar donde se había resguardado durante el tiempo que se llevó a cabo la obra de puesta en valor. Rodeada por los fieles y los niños de catequesis ingreso solemnemente al templo llevada por distintos hombres, entre los cuales se encontraban obreros que han participado en los trabajos.

La noche fría de invierno no impidió que cientos de personas se reunieran en torno al altar, donde una vez más Jesús, en la Eucaristía se hizo carne, haciendo nuevamente que el lugar dejara de ser un espacio vacío para convertirse nuevamente en el lugar de encuentro y reencuentro con El.

Los niños de Catequesis rodearon a los celebrantes, dando un marco intimista y familiar a una ceremonia solemne convertida en una fiesta familiar alegre y de una sencillez extrema. El Coro, dirigido por el maestro Lacava sonó en las naves del templo, anunciando la llegada de la imagen de María, como también manifestando con música la alegría de tener nuevamente la casa habilitada y la presencia permanente de Jesús Sacramentado en el centro neurológico de la ciudad. 

Si bien resta realizar trabajos pictóricos, recuperar los altares del Sagrado Corazón y de la Virgen del Carmen; instalar definitivamente la Capilla del Santísimo Sacramento, esta casa de la Virgen, ya esta nuevamente abierta "para Gloria de Su Gracia"


martes, 25 de junio de 2013

Un rápido recorrido en el tiempo...

De la vieja capilla de terrón al templo de la Basílica de la Inmaculada Concepción


La parroquia de la Inmaculada Concepción nace a fines de la década de 1870 sobre la costa del río Uruguay, fruto de la iniciativa de un grupo de pobladores encabezados por León Almirón, escuchados por el obispo Sebastián Malvar y Pinto y el virrey Juan José Vertiz.

Un humilde edificio de paja y terrón, será la primera capilla donde hombres y mujeres rogarán por sus cosechas, por sus animales, por sus familias y en donde el fraile Pedro de Goytía, celebrará las primeras misas en estos pagos, invocando la intercesión de la Purísima Concepción. La devoción de los lugareños a la Madre del Redentor, inspirará el nombre del pueblo que en 1783, funda el Capitán Tomas de Rocamora, “En cuanto al nombre de este pueblo, puedo asegurar a Vuestra Excelencia que en su iglesia solo se ve, en calidad de patrona a la Purísima Concepción” Habíase empeñado también aquí su cura porque fuese San Sebastián, en honor del Obispo. Concluía, empero, Rocamora: “Por dignidad (a) la Reina de los Santos. Con el nombre de la Concepción del Uruguay se titularía gloriosamente la población y su distrito”.

La primitiva “Capilla de Almirón”, será reemplazada en los últimos años del siglo XVIII, por uno nuevo. Documentos de la época hablan de una iglesia más sólida en su estructura y más rica en su decoración. Erigido en el solar que Rocamora le reservara, se levanta una “capilla de ocho tirantes, sus paredes de ladrillo y techo de paja con cuatro juntas incluidas la mayor (…) dos campanas que están colocadas en campanario figurado con cuatro pilares sin labrar, con una cruz de fierro labrada como de dos varas de largo colocado en dicho campanario”. En este lugar recibirán las aguas bautismales los mayores próceres entrerrianos, Francisco Ramírez y Justo José de Urquiza, y bajo sus cimientos reposará eternamente el cuerpo de Thadea Jordán, madre del Supremo Entrerriano. Aquí también rezará misas el obispo de Buenos Aires Benito Lué y Riega. La Noche de Ánimas de 2 de noviembre de 1849, este templo será consumido por las llamas. Por diez años la vida sacramental se trasladará al Colegio del Uruguay.


En 1854, el primer sacerdote nacido en esta ciudad, Don Gregorio Céspedes y Calvento, cura de la parroquia desde 1853 solicitará al General Urquiza ayuda para levantar una nueva iglesia. El Presidente de la Confederación Argentina responderá con beneplácito a la solicitud. La muerte imprevista del sacerdote, detendrá el proyecto. Con el Pbro. Domingo Ereño, hacia 1856, tomará nuevo impulso, involucrándose activamente el Organizador de la Nación. En febrero de 1857, se aprueban los planos y presupuestos presentados por el arquitecto Pedro Fossati.

Son veinte, los artículos que contiene el contrato, allí se contempla el origen y calidad de materiales a utilizar: piedra y ladrillos del país, arena blanca del Uruguay y del Arroyo de la China, madera de cedro del Paraguay para las puertas, mármol de Carrara para los escalones del atrio y el Presbiterio, cal de Génova para el blanqueo interior y exterior, etc. El plazo de obra será de   “dieciocho meses”, con un costo de “ciento cincuenta y seis mil pesos fuertes”. Dinero que surgirá de las ganancias de las Estancias del Estado.

El 27 de abril de 1957 comenzaron los cimientos y para el 27 de mayo se habían levantado, casi todos, al nivel del piso de la iglesia. Los trabajos se efectuaron con rapidez. En octubre las paredes principales llegaban a los diez metros. El 6 de junio de l858  se verá flamear la bandera nacional sobre la cúpula ya terminada.

Urquiza hizo construir de su peculio el altar mayor dedicado a sus padres Josef Urquiza y Cándida García. En ambos extremos del crucero, a la derecha otro en memoria de Cipriano José de Urquiza García y a la izquierda un tercer altar en recuerdo Juan José de Urquiza y García. Ambos hermanos del general entrerriano y fallecidos en 1844 y 1855 respectivamente.

En la  mañana del 25 de marzo de 1859, las puertas del nuevo templo de la Inmaculada Concepción se abren por primera vez a los fieles de Concepción del Uruguay. Ante la presencia de J. J. de Urquiza y su familia, de ministros de Estado, de funcionarios judiciales y del Vicario Apostólico Paranense Dr. Miguel Vidal, el Delegado Papal Mons. Marini, bendijo el edificio. Una construcción magnífica se levantaba imponente en medio de una ciudad, aún con fuertes características aldeanas.

En las últimas décadas del siglo XIX, por iniciativa de Dolores Costa de Urquiza, se agrega “in memorian” de su esposo asesinado, el conjunto de pinturas de la Sagrada Familia, Nuestra Señora de los Dolores, San José y Cristo Resucitado. Todas firmadas por Reynaldo Guidicce, artista que habría transitado en su juventud el taller montevideano de Juan Manuel Blanes.

En los años finiseculares, el guardado neoclasicismo que invadía el diseño original se perdió en una policromía de retablos plagados de imágenes, crucifijos, candelabros, jarrones, según puede leerse en los distintos inventarios y placas recordatorias. Entre 1901 y 1902, el pincel de Italo Puccioli, desplegará toda su imaginación para dar vida a una profusa decoración que dominó la cúpula, ábsides, techos, columnas y todo espacio interior disponible.

Entre 1920 y 1930 se agregará el frontispicio superior y las torres de los campanarios, cambiando definitivamente la fisonomía arquitectónica del Templo Basílica. Hacia la mitad del siglo XX, la humedad invade el edificio y con ella se destruyen las pinturas decorativas. Cerca de 1960, la decoración interior desaparece definitivamente y con ella también todos los altares. Lamentablemente se perdieron los fantásticos pulpitos de madera elevados realizados en cedro del Paraguay. Ellos eran un ejemplo claro de la capacidad creativa de los hábiles carpinteros del siglo XIX.

A fines del siglo XX, la Basílica de la Inmaculada Concepción había recuperado interiormente gran parte de su fisonomía interior original, aunque ya no existían algunos elementos que le otorgaban belleza y magnificencia. Igualmente el templo, sigue siendo un testigo vivo del crecimiento de la ciudad, y del desarrollo de una población que ocupa un lugar importante en la historia de la Nación.

Lic. Adrián O. Bertolyotti 
Consejería de Patrimonio y Archivo

Un resumen de las obras realizadas durante dos años y medio

Hoy, Junio de 2.013, está culminando lo que podemos llamar una intervención histórica, en concordancia con el punto anterior donde se mencionaban diferentes trabajos que a través del tiempo se fueron dando, pero solucionando cuestiones parciales no Planificadas y generales, como es hoy esta “Puesta en Valor del Templo”. Este término, Puesta en Valor es oportuno como aclaración al tipo de intervención que se está ejecutando. Es muy común mencionar a este tipo de intervención como Restauración, termino que no es correcto para este caso en el que luego de innumerables intervenciones parciales han modificado elementos constructivos originales. De todos modos, dentro de esta intervención, algunos elementos puntuales fueron restaurados a semejanza de su estado original.

Por mencionar alguno y de gran importancia dentro del Templo, es el Presbiterio. El mismo fue modificado a mediados del S. XX. a vistas de la renovación  litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II, quienes tenían a cargo la gestión eclesiástica del templo de la Inmaculada Concepción, debieron hacia el año 1966 iniciar las tramitaciones pertinentes para la construcción de un nuevo altar que permitiera la celebración de la Eucarística de cara a los fieles. La reforma consistió en adelantar el Altar, construir dos escaleras pequeñas en los dos laterales que permitan el acceso al presbiterio y una plataforma para concelebrar la misa. Esta disposición y el permanente cambio de niveles en un espacio reducido, no solo dificultaban el normal desenvolvimiento de los oficios religiosos sino que de alguna manera producía un distanciamiento entre el oficiante y la comunidad religiosa.

La modificación realizada recientemente, no solo ha permitido una aproximación de cómo fue el templo hacia 1.859, sino una mayor funcionalidad litúrgica, respetando la estética arquitectónica general del edifico y las normas ceremoniales vigente; más allá de que habilitaría contar con un lugar para múltiples funcionalidades, ya no solo religiosas, sino también culturales.

En cuanto a la intervención en el Items Pintura, en el exterior del edificio se mantienen los dos colores existentes. Los mismos forman parte en conjunto de un zócalo histórico que se conforma con el Colegio del Uruguay en las dos cuadras sobre calle Urquiza frente a  Plaza Gral. Ramírez. En el interior se tomaron como base los colores existentes aclarándolos para lograr una mayor luminosidad, lo que espacialmente lo hace mas espacioso y que se aprecie aún más la majestuosidad del edificio. El color de los Basamentos, Columnas, Capiteles, Cornisas,  Molduras y todos los relieves se pintaron del color más oscuro. Este color  es producto de la mezcla de Ocre con Rojo, y es un color que combina perfectamente con el zócalo de aprox. 0,50 m. de altura que existe en todo el perímetro del interior del Templo y con la guarda de piso granítico que como detalle recorre todo el perímetro interior  y rodea las 8 grandes columnas interiores.

En el resto del interior del Templo, que pertenece a la parte muraría y que es un porcentaje importante en superficie, se aplicó un color producto de un Blanco Tiza con agregado mínimo de Ocre, es un color claro que aparte de combinar con el elegido para los Basamentos, Columnas, etc. permite dar más luminosidad al interior del Templo, sobretodo en las Naves laterales donde existe una superficie importante en la que va aplicado este color y es la zona más oscura del Templo.

Otro Items de gran importancia es el cambio de piso.  El piso original era de baldosa colonial francesa de color rojizo 20 x 20 de un notable espesor, este piso fue sustituido por una baldosa calcárea con dibujos y finalmente y hasta la actual intervención, un piso granítico 40 x 40 de muy mala calidad el que ya a sido sustituido por un piso granítico de superior calidad, manteniendo el color, tamaño y colocación. (Guarda)

La actual intervención comenzó en Diciembre del año 2.010 y estuvo a cargo de la Empresa Local Traza  S.A.

Los Items más importantes de la actual intervención son:
  •  -     Cambio de Cubiertas de chapa dos aguas, Canaletas y Bajadas Pluviales.
  • -        Reparación e impermeabilización de losas abovedadas sobre Naves Laterales y planas sobre Sacristías.
  • -        Desagües Pluviales.
  • -     Sellado de fisuras, reposición de azulejos  tipo Pas de Calais (aprox. 4.500 piezas de 11 x 11 cm.) e impermeabilización en Cúpula.
  • -        Remoción de pintura en carpintería metálica, ajuste, pintura y colocación de vidrios en Linterna de Cúpula Ppal. y Lucernarios ubicados sobre Naves Laterales.
  • -        Reparación, Ajuste, Remoción de pintura sintética en aberturas de madera (Cedro del Paraguay) y posterior pintura con barniz.
  • -        Reparación y Ajuste de Bancos y Confesionarios, lijado y pintura barniz.
  • -        Masillado y Pintado de Lunetos.
  • -        Hidrolavado; Reparación de Revoques y Pintura  Interior y Exterior.
  • -        Reposición de molduras faltantes y fijación de su totalidad en el interior.
  • -        Restauración del Presbiterio.
  • -        Contrapisos y Pisos Interiores y Exteriores.
  • -        Cambio de Mármoles en escalinatas de acceso.
  • -        Recuperación y reordenamiento espacial del Presbiterio.
  • -        Provisión y Colocación de 3 Campanas nuevas en Campanario Sur con sistema de toque al boleo y automatizadas.
  • -        Instalación Eléctrica y Sonido.
  • -        Pinturas Murarias en Cúpula, 4 Pechinas, 3 absides, Coro y cinta con Letanías en cinta superior entre molduras en todo el perímetro del Templo.

 Todo el trabajo realizado, exige ahora pensar y diseñar las formas para garantizar el seguimiento periódico del edificio verificando, donde pueden ser necesarias intervenciones de mantenimiento para así conservar en buenas condiciones edilicias el Templo a través del tiempo.

Arq. Miguel alegre
Director de Obra Puesta en Valor de la Basílica Inmaculada Concepción.                                                              

Reflexiones de un párroco ante la reapertura del templo basilical

EL TEMPLO

“¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor! Será están pisando nuestros pies tus umbrales…” (Sal. 121)

Esta alegría que experimentaron los antiguos peregrinos, la podemos vivir también nosotros, ahora que nuestro templo – LA BASILICA - remozado, abre nuevamente sus puertas. ¡Qué alegría… Será están pisando nuestros pies tus umbrales!
Todo lugar, con el tiempo, va creando su propio ambiente, va creando y enriqueciendo su misterio. ¿Quién no ha experimentado el misterio de la casa paterna? Cómo se estremece y conmueve el corazón cuando, después de muchos caminos, de mucho andar, volvemos a ella.

Mucho más el templo qué y, por sí solo encierra ya un gran misterio: lugar donde se hace presente el que es, el totalmente oculto, a quién le damos el nombre de Dios. El templo es el centro sagrado donde convergen misterios y realidades que se compenetran y armonizan porque deben reflejar el misterio mismo de Dios. Pero también el templo recoge lo más íntimo y existencial de los hombres: sus penas, sus alegrías, sus esperanzas, sus fracasos, sus lágrimas, su fe, su esperanza, su amor. Lugar de encuentro con Dios y con los hermanos: cálida experiencia de intimidad. Toda esa inmensa energía espiritual que generación tras generación si va volcando en templo y que va a enriqueciendo su misterio.

También esta basílica tiene su historia. Cuando entramos en ella, ya nos recibe todo ese caudal de espiritualidad condensada que se ha ido acumulando por todas las generaciones que nos precedieron y la fe que también nosotros traemos y celebramos en ella. Nuestra basílica es una obra que debe glorificar a Dios en sí misma y ser el recinto donde el pueblo canta sus alabanzas y celebra sus fiestas. Al entrar en ella nos sentimos en el centro de nosotros mismos, en perfecto acuerdo con una verdad que no logramos precisar de una manera inmediata. Entre sus muros nos sentimos constituidos como piedras vivas. Una misteriosa presencia nos envuelve. En su interior nuestro pensamiento se entreteje con el equilibrio de sus volúmenes, mientras que nuestro espíritu se ennoblece y se eleva siguiendo sus espacios hacia lo alto.

Cuando queremos hacer bellos, espléndidos a nuestros templos, no es para lucir nuestra riquezas, sino para manifestar en algo, la belleza del Dios de toda belleza.

Si el templo es lugar de encuentro, de alegría; también es el lugar del dolor cuando tenemos que entrar doblegados por la cruz, acercándonos a aquel que: “puede enjugar toda lágrima” para que serene nuestro dolor. O para entrar con la humildad del publicano, manteniéndonos a distancia y sin atrevernos a levantar los ojos, nos golpeamos el pecho diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador!, con la certeza de que también el Señor nos dice: “puedes volver a tu casa en paz” (Luc.18;13).

Por otra parte, el templo no solamente debe crear un espacio sagrado, sino que también debe ser funcional para la celebración litúrgica. El templo requiere todo sentido y esplendor cuando el Santo pueblo de Dios está reunido en él. Es entonces cuando el templo puede es amarse realmente: “Iglesia”.

Pero el templo no tiene su última razón de ser en sí mismo, sino que siempre es una figura del real templo de Dios que es Jesucristo y su cuerpo místico que es la iglesia, construida con piedras vivas que son todos los fieles cristianos. San Pedro nos dice: “También ustedes a manera de piedras vivas son edificados como un templo espiritual para ejercer un sacerdocio Santo y ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios, por Jesucristo, el Señor” (1 Pedro: 2;5).



Pbro. Alcides Rougier
Cura Párroco Emérito de la Basílica de la Inmaculada Concepción


domingo, 28 de abril de 2013

La nueva imagen del templo basilical

Desde esta semana es posible contemplar la cúpula con su nueva imagen. Una secuencia de santos, beatos y laicos acompañan en un equilibrado balance estético a la imagen central de la Virgen María. El conjunto integrado de la cúpula y las pechinas dan una nueva fisonomía al crucero de la Basílica e la Inmaculada Concepción.

domingo, 21 de abril de 2013

Decoración de las pechinas


En los próximos días estará finalizado el trabajo de decoración de las cuatro pechinas. En ellas estarán pintados los cuatro Evangelistas: San Marcos, San Lucas, San Mateo y San Juan, que originariamente estaban ya representados esta Basílica, y que han sido cubiertos por una de las intervenciones precedentes. Irrecuperables en su estado original, serán nuevamente pintados según la tradición, dado que los evangelistas son los testigos de todo el misterio cristiano narrado por ellos mismos en sus homónimos evangelios.

Al momento de terminarse esta tarea, se procederá al desmonte total del andamio que durante más de un año permitió al equipo del artista Raúl Gonzalez plasmar las imágenes que cubren la totalidad de la cúpula central y los sectores nombrados anteriormente.



El verdadero gestor del templo de la Inmaculada Concepción


 Gregorio Céspedes y Calvento

Hijo de José Mariano Céspedes y Florenciana Dolores Calvento, Gregorio María Diocleciano Céspedes será la primera vocación sacerdotal documentada de Concepción del Uruguay. Nacido el 17 de noviembre de 1828, comenzará sus estudios de religión en el Colegio Nacional del Uruguay, para seguir luego los estudios eclesiásticos.

Poco se sabe de su actividad pastoral, pero durante su curato se dan dos hechos importantes, la declaración del templo parroquial como filial de la basílica romana de San Juan Letrán el 23 de noviembre de 1851 y la iniciativa para la construcción del actual templo de la Inmaculada Concepción.

El padre Céspedes cubrirá la vacante de Cotelo, siendo designado en setiembre de 1851, y confirmado en el cargo, por la autoridad eclesiástica el 31 de mayo de 1853. Merece recordar que todo su curato lo ejerció en la capilla que se había levantado en el ala sur del nuevo Colegio del Uruguay, luego del incendió que en 1848 destruyó gran parte del edificio parroquial.

Ante la ausencia de capellán, el joven sacerdote, además de administración parroquial, socorrerá espiritualmente a los alumnos del mencionado colegio, motivo por el cual planteara a la jerarquía paranaense, su queja por el abundante trabajo, tal como se manifiesta en un informe de febrero de 1854  “en el tiempo de pascua y muchas veces entre año el ímprobo trabajo de confesar a más de ciento cincuenta de sus alumnos”. Así, como supo plantear esta situación ante sus superiores, tampoco dudo en celebrar una misa al Espíritu Santo en la plaza, en ocasión de la jura de la nueva constitución, sabiendo que el Delegado Eclesiástico, no veía con buenos ojos la libertad de cultos por la ley suprema proclamada. Estos actos demuestran el carácter que el joven sacerdote supo tener.

En 1854, no dudo en solicitar al presidente Urquiza, su intervención para la construcción de un nuevo templo parroquial, solicitud a la que el entrerriano respondió con su beneplácito. Vale recordar que Gregorio Céspedes tenía un parentesco político con Urquiza, ya que era sobrino de María Segunda Calvento González, segunda mujer del general.

El accionar de este sacerdote se verá truncada el 14 de enero de 1856, al morir ahogado en el Puerto de las Piedras. Tenía 27 años de edad. Sus restos serán sepultados en el viejo cementerio, siendo años más tarde trasladados al nuevo templo de la Inmaculada Concepción, donde Rafaela Calvento dedicó un altar bajo la advocación de la Virgen del Rosario, hoy desaparecido.

Olegario Víctor Andrade le dedicará una poesía, que en una de sus estrofas dice…“!ha muerto¡ cuando apenas su frente levantaba/mecido por los sueños de paz y de virtud;/!ha muerto¡ y a ese pueblo que tanto le adoraba/le ofrece un bello ejemplo su tierna juventud.”

Instalaciones religiosas

Durante los días de Semana Santa se expusieron en el templo distintas imágenes religiosas. Las mismas serán nuevamente ubicadas en el interior del templo parroquial una vez culminadas las obras. En la oportunidad, y en medio de los arcos centrales se ornaron altares a Cristo Resucitado y Nuestra Sra. de la Merced, imagenes donadas hacia fines del siglo XIX por Rafaela del Sel y Fulgencio del Sel.

Por esos días también fueron expuestas las imagenes de vestir de Nuestra Sra. de los Dolores, San Juan Evangelista  junto a la imagen de Cristo Yacente. 




miércoles, 17 de abril de 2013

La Basílica de la Inmaculada Concepción es patrimonio de todos...


Por un subsidio no reintegrable del Gobierno Provincia, que asciende a la suma $5.600.00, se han reiniciado las obras de puesta en valor del templo Basílica de la Inmaculada Concepción. De este monto, que será liberado en cuotas, ya se ha efectivizado una parte importante.
El reinicio de las tareas, implica que en que en un tiempo no prolongado, contaremos otra vez con nuestra casa, ya que obras importantes requieren del tiempo necesario para sean ejecutadas con calidad t responsabilidad. Paralelo a ello, nosotros como Comunidad Parroquial debemos dedicarnosa terminar lo que debemos hacer con recursos propios ( ya que no entró en el pliego original de obra) esto es: Sonido ($30.000) arreglo de las dos sacristía ($50.000),la limpieza y pintura de los tres Altares, bases y soportes de la Cruz mayor y del Ambón, como así también preparar la Capilla del Sagrario Sagrario, y demás detalles pequeños, que hacen a la puesta en valor.
Para ello necesitaremos en este tiempo, Todo tipo de colaboración, y sobre todo Paciencia. Hoy los gastos exceden nuestra posibilidades económicas, por lo cual la colaboración monetaria de todos y cada es más que bien recibida. Gracias a la ayuda de muchas personas, el año pasado, hemos podido restaurar y poner en valor todas las imágenes del templo parroquial, como intervenir la totalidad de la broncería.
Más allá de esto, estamos felices de ser portadores de este mensaje de alegría, aunque también insistimos en la paciencia y la colaboración. Con la ayuda de Dios, esta año y antes de lo menos pensado, podremos efectivizar tres importantes anhelos, de nosotros como sacerdotes y de todos como miembros de esta comunidad: habilitación el templo, inaugurarlo y consagrarlo solemnemente.

Algunas imágenes de como se verá el templo una vez finalizado el trabajo.