Como resultante de las innovaciones litúrgicas promovidas por el Concilio Vaticano II, y sin considerar el valor de la preservación de los bienes artísticos, el templo de la Inmaculada Concepción perdió un par de piezas, que lo distinguían en el universo de los edificios religiosos habidos en la provincia y la región.
El conjunto de los púlpitos elevados - amurados en las columnas de crucero - realizados posiblemente en cedro del Paraguay, eran un ejemplo claro de la capacidad creativa de los hábiles carpinteros del siglo XIX. Ubicados a la izquierda y derecha del altar mayor, sirvieron para propagar la palabra evangélica ante generaciones de fieles que traspasaron las puertas de la iglesia filial de San Juan Letrán en la búsqueda de ganar las indulgencias prometidas.
Sobre la derecha se alzaba imponente el púlpito del Evangelio, enfrentado el otro de la Epístola o del Pueblo. Ambos, iguales en el pretiz, estaban decorados con ornatos en madera y bajorrelieves armónicos con la figura de la casa. La diferencia la hacia el tamaño del tornavoz o sombrero superior, aunque estos compartían una sencilla riqueza decorativa y su remate en una importante flor.
Según cuentan algunas voces, el retito de los púlpitos, se realizó con el menor cuidado. El desmantelamiento, facilitó la perdida de los ornatos superiores, las escaleras y los remates inferiores. Mutilados y pintados, los pretices fueron adaptados para ser apoyados en el piso. Habían perdido totalmente su belleza. A mediados de los años 90, serán retirados definitivamente del templo.
La actual puesta en valor la casa, ha motivado la recuperación de uno de esos púlpitos. Con arena se removieron las diferentes capas de pintura que se le habían colocado, retirándose inmediatamente todos los ornamentos para su reparación. Sin ellos, se procedió al pulido mecánica y manualmente de la pieza. Finalmente se procedió al rearmado del púlpito, y realización de los trabajos definitivos que permitieron una nueva imagen del mismo. Esta tarea estuvo a cargo de la empresa local “Darío Creativo”, quiénes también fue la responsable de la recuperación de las puertas del templo basílica.
Si bien, no lucirá en su lugar, forma y esplendor original, se podrá tener - gracias a las manos de un carpintero restaurador local - una aproximación de lo que fue una de las más bellas creaciones artísticas con que contó el Templo de la Inmaculada Concepción por más de 100 años y que fue victima de la errónea comprensión del concepto modernidad.