domingo, 21 de abril de 2013

El verdadero gestor del templo de la Inmaculada Concepción


 Gregorio Céspedes y Calvento

Hijo de José Mariano Céspedes y Florenciana Dolores Calvento, Gregorio María Diocleciano Céspedes será la primera vocación sacerdotal documentada de Concepción del Uruguay. Nacido el 17 de noviembre de 1828, comenzará sus estudios de religión en el Colegio Nacional del Uruguay, para seguir luego los estudios eclesiásticos.

Poco se sabe de su actividad pastoral, pero durante su curato se dan dos hechos importantes, la declaración del templo parroquial como filial de la basílica romana de San Juan Letrán el 23 de noviembre de 1851 y la iniciativa para la construcción del actual templo de la Inmaculada Concepción.

El padre Céspedes cubrirá la vacante de Cotelo, siendo designado en setiembre de 1851, y confirmado en el cargo, por la autoridad eclesiástica el 31 de mayo de 1853. Merece recordar que todo su curato lo ejerció en la capilla que se había levantado en el ala sur del nuevo Colegio del Uruguay, luego del incendió que en 1848 destruyó gran parte del edificio parroquial.

Ante la ausencia de capellán, el joven sacerdote, además de administración parroquial, socorrerá espiritualmente a los alumnos del mencionado colegio, motivo por el cual planteara a la jerarquía paranaense, su queja por el abundante trabajo, tal como se manifiesta en un informe de febrero de 1854  “en el tiempo de pascua y muchas veces entre año el ímprobo trabajo de confesar a más de ciento cincuenta de sus alumnos”. Así, como supo plantear esta situación ante sus superiores, tampoco dudo en celebrar una misa al Espíritu Santo en la plaza, en ocasión de la jura de la nueva constitución, sabiendo que el Delegado Eclesiástico, no veía con buenos ojos la libertad de cultos por la ley suprema proclamada. Estos actos demuestran el carácter que el joven sacerdote supo tener.

En 1854, no dudo en solicitar al presidente Urquiza, su intervención para la construcción de un nuevo templo parroquial, solicitud a la que el entrerriano respondió con su beneplácito. Vale recordar que Gregorio Céspedes tenía un parentesco político con Urquiza, ya que era sobrino de María Segunda Calvento González, segunda mujer del general.

El accionar de este sacerdote se verá truncada el 14 de enero de 1856, al morir ahogado en el Puerto de las Piedras. Tenía 27 años de edad. Sus restos serán sepultados en el viejo cementerio, siendo años más tarde trasladados al nuevo templo de la Inmaculada Concepción, donde Rafaela Calvento dedicó un altar bajo la advocación de la Virgen del Rosario, hoy desaparecido.

Olegario Víctor Andrade le dedicará una poesía, que en una de sus estrofas dice…“!ha muerto¡ cuando apenas su frente levantaba/mecido por los sueños de paz y de virtud;/!ha muerto¡ y a ese pueblo que tanto le adoraba/le ofrece un bello ejemplo su tierna juventud.”